O HOME E O CAN en la Sección Oficial del Festival de Cine de Madrid

O home e o can‘ a competición en la Sección Oficial del Festival de Cine de Madrid que organiza la Plataforma de nuevos Realizadores.

¡Ya podemos presumir de nuestros nuestros segundos laureles! Salimos por primera vez de Galicia.

Ya están a la venta las entradas para el pase que tendrá lugar el sábado 22 de octubre de 2022 a las 22:00 horas en el cine Paz (calle Fuencarral, 125).

‘Os esperamos!

Masterclass y firma de ejemplares de «La escalera de papel»

Empieza el curso. ¿Tenéis los rotuladores de colores preparados?

El viernes 14 de octubre en el restaurante de El Corte Inglés de A Coruña a las 19:30 h, durante la presentación y firma de mi libro «La escalera de papel», os contaré mi método de trabajo a la hora de escribir guiones. ¡Os espero!

Acceso TOTALMENTE LIBRE hasta completar el aforo.

O HOME E O CAN Premio del Público en el 27 OUFF

Cuando, una semana antes, presenté «O home e o can» como largometraje inaugural del Festival, alguien me preguntó qué premio me gustaría llevar si pudiera elegir y, sin dudarlo, respondí que el premio del público. ¡Deseo concedido!

En su momento di las gracias a las gentes de Ourense por su generosidad durante el rodaje de nuestra película «O home e o can«, ahora les doy de nuevo las gracias por partida doble ya que sus votos fueron los que nos alzaron con el Premio del Público en la XXVII Edición del Festival Internacional de Cine de Ourense (OUFF).

Muchas gracias! Va por vosotros/as!

Estreno mundial de O HOME E O CAN en el 27 OUFF

‘O home e o can’ se estrenará en la XXVII edición del Festival Internacional de Cine de Ourense (OUFF)

El film, que compite en la Sección Oficial del certamen, se proyectará el próximo día  23 de septiembre en el Auditorio Municipal de Ourense como película inaugural.

Aquí os dejo el cartel diseñado por Alberto Taracido.

Todo buen guion requiere una buena traducción.

Todo buen guion requiere una buena traducción. Esto no es tan sencillo como suena. Yo, por suerte, he trabajado unos cuantos años con uno de los mejores en el sector audiovisual español. Se llama Christopher Corsitto.

Las traducciones de Christopher no suelen ser meramente literales, sino se amoldan a las intenciones del autor, consiguiendo alcanzar ese delicado balance entre una comunicación entendible para el lector no-hispano-parlante a la vez que se mantiene fiel al espíritu del original. No soy el único que utiliza sus servicios, también lo han hecho ilustres de la talla del ganador del Oscar Fernando Trueba y su hermano David, Isabel Coixet, Daniel Monzón, Santiago Segura, Emilio Martínez Lázaro, Gonzalo Suarez, entre otros.

Si tenéis algún guion para traducir sus datos de contacto son: chriscorsitto@gmail.com , Tel. +34 679 74 69 68.

La buena voluntad

(Foto de Narciso Contreras, Associated Press. Aleppo (Siria) 29-11-2012, Premio Pulitzer, 2013).

«Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad. El entendimiento, el gracejo, el Juicio, o como quieran llamarse los talentos del espíritu; el valor, la decisión, la perseverancia en los propósitos, como cualidades del temperamento, son, sin duda, en muchos respectos, buenos y deseables; pero también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos, si la voluntad que ha de hacer uso de estos dones de la naturaleza, y cuya peculiar constitución se llama por eso carácter, no es buena. Lo mismo sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, la honra, la salud misma y la completa satisfacción y el contento del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan valor, y tras él a veces arrogancia, si no existe una buena voluntad que rectifique y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio todo de la acción; sin contar con que un espectador razonable e imparcial, al contemplar las ininterrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor rasgo de una voluntad pura y buena, no podrá nunca tener satisfacción, y así parece constituir la buena voluntad la indispensable condición que nos hace dignos de ser felices.
«Algunas cualidades son incluso favorables a esa buena voluntad y pueden facilitar muy mucho su obra; pero, sin embargo, no tienen un valor interno absoluto, sino que siempre presuponen una buena voluntad que restringe la alta apreciación que solemos 
con razón, por lo demás tributarles y no nos permite considerarlas como absolutamente buenas. La mesura en las afecciones y pasiones, el dominio de sí mismo, la reflexión sobria, no son buenas solamente en muchos respectos, sino que hasta parecen constituir una parte del valor interior de la persona; sin embargo, están muy lejos de poder ser definidas como buenas sin restricción aunque los antiguos las hayan apreciado así en absoluto. Pues sin los principios de una buena voluntad, pueden llegar a ser harto malas; y la sangre fría de un malvado, no sólo lo hace mucho más peligroso, sino mucho más despreciable inmediatamente a nuestros ojos de lo que sin eso pudiera ser considerado.
«La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en si misma. Considerada por sí misma, es, sin comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos verificar en provecho o gracia de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. Aun cuando, por particulares enconos del azar o por la mezquindad de una naturaleza madrastra, le faltase por completo a esa voluntad la facultad de sacar adelante su propósito; si, a pesar de sus mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y sólo quedase la buena voluntad 
no desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que están en nuestro poder, sería esa buena voluntad como una joya brillante por sí misma, como algo que en sí mismo posee su pleno valor. La utilidad o la esterilidad no pueden ni añadir ni quitar nada a ese valor.»

Imanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Capítulo Primero

 

La muerte tenía un pecio.

Cada año, coincidiendo con la celebración de la fiesta de Samhaín, se reúnen en algún lugar del mundo los cuatro jinetes del Apocalipsis para hacer balance y poner en común sus estrategias para el nuevo año. En esta ocasión eligieron para su encuentro un lugar de la costa gallega. Si hubiera habido alguien a las doce de la noche en el arenal seleccionado para la reunión, hubiese podido ver las espectrales figuras de tres jinetes sobre otros tantos caballos —uno blanco, otro bermejo y otro bayo— cabalgando sobre las olas del mar en dirección al buque fantasma del Holandés Errante que les aguardaba fondeado en la había.

Nada más llegar, después de dejar a sus cabalgaduras atadas en la proa al lado de otro caballo negro azabache, dos caballeros de mediana edad y una joven amazona se dirigieron por cubierta en animada conversación hacia el puente de la nave situado en la popa. Encabezaba la marcha el señor Guerra, un tipo vestido de militar, con boina y cananas cruzadas sobre el pecho, muy al estilo Rambo. Detrás de él avanzaba con paso firme la señorita Peste, una resuelta chica ataviada con mono de cuero ajustado a lo Lara Croft. Cerrando la fantasmal comitiva, arrastraba los pies el señor Hambre, un tipo paliducho y de aspecto enfermizo, con pijama de clínica y una careta-bozal en la cara, a la manera de Hanníbal Lécter.

Acodado en la amura de estribor les aguardaba con el semblante huraño el señor Muerte, cadavérico y pelón, acicalado con capa negra con capucha y guadaña en ristre, a la tradicional manera del «Séptimo sello» de Bergman. Al oír llegar a sus correligionarios, Muerte se volvió hacia ellos de malos modos.

—¿Era necesario esto? —preguntó mostrando su enojo.

Guerra, Hambre y Peste se quedaron petrificados, mirando a Muerte en silencio.

—¿A qué te refieres? —se atrevió a preguntar tímidamente Hambre.

—Yo sé a qué se refiere —aseguró con fastidio Guerra.

—Sí, es un aguafiestas —garantizó Peste mientras encendía un cigarrillo.

Muerte extendió violentamente su guadaña señalando mar adentro.

—¡Me refiero a este despropósito! —dijo.

Los otros observaron en la dirección indicada por la parca. Al fondo, flotando sobre las aguas oscuras del Atlántico, se desplazaba un gigantesco islote de plásticos, grande como un mar putrefacto en el centro del océano. Hambre trató de quitarle hierro al asunto condescendiendo:

—Venga, hombre. No te pongas así. Tomemos unas copas y charlemos sobre el tema como cuatro viejos amigos…

—No nos hemos citado aquí para perder el tiempo charlando —declaró Muerte dándose media vuelta y echando a andar por el borde del puente mientras se alejaba hacia el interior del buque fantasma. Los demás le siguieron en silencio contenido.

—Se ha vuelto un blando —confesó Peste acercándose reservadamente a Guerra.

—Sí, un sentimental, lo que yo te diga —respondió el otro.

El camarote del capitán estaba en penumbra. En una mesa de reuniones, presidida por Muerte, se sentaron a su derecha Hambre, a la izquierda Guerra y, en frente, Peste. Muerte bajó su capucha e, inclinando un poco la cabeza, mostró su cráneo bañado en sudor.

—Pareces cansado —le dijo Hambre, mientras intentaba devorar un cucurucho de chocolate a través del bozal—. ¿Qué te preocupa, hombre?

—¡El horror! —susurró para sí, pasándose la mano por la calva.

—Pues yo estoy muy contento —continuó Hambre mientras sacaba unos informes que manchó de chocolate. Y dirigiéndose a los demás—: ¿Puedo quitarme la máscara?

—¡No! —respondieron al unísono Peste y Guerra mientras Hambre continuaba con su exposición.

—Este ha sido un gran año. Además del imparable avance en el Tercer Mundo, hemos conseguido lo increíble: extender nuestros dominios a la sociedad de consumo mediante la instauración del canon de belleza occidental y la talla 36.

—La desnutrición provoca una defunción impúdica —protestó Muerte—. Cuando voy a buscarlos, no hay por donde cogerlos: jovencitas anoréxicas y bulímicas, niños desnutridos con cadáveres esqueléticos… Ni si quiera se resisten. Se siente liberados.

—Pues deberías estar contento, ¿no? —se felicitaba Hambre— ¡Yo estoy muy satisfecho!

Hambre terminó por pringar todo el bozal con el helado.

Guerra, con los ojos vendados por un antifaz para dormir, limpiaba el cañón de su pistola automática con una baqueta. Al terminar, la dejó encima de la mesa y levantó un poco el antifaz para ojear unos papeles.

—Pues tus cifras no son nada comparadas con las mías. Hemos conseguido quintuplicar el número de conflictos bélicos, levantamientos militares y acciones terroristas —se acercó a Peste para susurrarle al oído, confidencialmente—: lo de la yihad fue una gran idea, muchas gracias —para continuar luego en voz alta—: Siria, República Centroafricana, Sudán, Yemen y… según mis datos, dentro de poco caerán Venezuela, Arabia Saudita ¡todo el Oriente Medio!, Corea… Desde que intervenimos en las elecciones hemos conseguido llevar a muchos fundamentalistas al poder: Putin, Trump, Maduro, Bolsonaro, Salvini… ¡El Brexit! Conseguiremos lo inimaginable: la restauración de la Guerra Fría, que como todo el mundo sabe es la más caliente de las guerras.

—Demasiados cadáveres… —declaró Muerte respirando con dificultad y tosiendo— ¡y muchos en pedazos!

—En todas las guerras hay muertos —aseguró Guerra lleno de razón.

—¡Pero no deberían ser civiles inocentes!

—Daños colaterales, hombre… Carecen de entidad.

—Antes las guerras eran un deporte de caballeros, pero ahora, con esas armas de destrucción masiva… —Muerte se colocó una mascarilla, conectada a una bombona de oxigeno, para poder respirar mejor.

—Y no te olvides —prosiguió Guerra— de las armas químicas que hemos conseguido implantar con la colaboración, aquí, de la amiga…

Guerra estampó un cariñoso ósculo en la mejilla de Peste, que no le había oído porque estaba escuchando música heavy con unos pequeños cascos sobre las orejas. Se quitó los auriculares, apagó su smartphone y sonrió mientras se entretenía pinchando preservativos.

—Pues a mí —soltó alegremente— me ha ido de vicio. ¡Ríete tú de mi prima la peste negra!

—¡Eres la mejor! —la felicitó Hambre— ¡Solo a ti se te había podido ocurrir lo de la destrucción de la capa de ozono, el calentamiento global y todas esas zarandajas!

Muerte jadeó violentamente tras su mascarilla.

—A los envenenamientos masivos, escapes radiactivos, contaminación, tabaquismo, enfermedades venéreas y sida —enumeró triunfante—, hemos añadido el ántrax por correspondencia y las armas bacteriológicas, además de extender las neumonías atípicas artificiales creadas en laboratorio.

Guerra y Hambre, puestos en pie, aplaudieron su intervención calurosamente. Muerte, bañado en sudor, respiraba cada vez con mayor dificultad, angustiado.

—Deberías ponerte al día, chico —le aconsejó Peste—. Resultas patético con esa capa y esa guadaña. ¡Te has quedado anclado en la Edad Media, tío!

—¡Pero no tienes derecho a provocar catástrofes ecológicas! —gritó con dificultad después de conseguir quitarse la mascarilla de oxígeno—. No es tu cometido. Habéis sido elegidos para hostigar a la humanidad —jadeaba penosamente a punto de ahogarse—, pero no a la Madre Naturaleza —volvió a colocarse la mascarilla y siguió hablando a través de ella—. ¡Te has extralimitado en tus funciones, Peste!

—De eso nada, monada —lanzó ella una risotada—. De todas formas, el futuro está en la incorporación de las nuevas tecnologías. Gracias a ellas proliferan los virus informáticos, los fakes, haters, trolls y, con todo ello, ha llegado la gloriosa posverdad, que les volverá locos de remate a todos y conseguirá que acaben matándose entre ellos.

Muerte contuvo la respiración unos segundos, llevándose la mano al pecho. Después, exhaló un suspiro y quedó inerte con los ojos y boca abiertos, yaciendo pálido sobre su asiento mientras un hilillo de baba se deslizaba por la comisura de sus labios.

—Coño, ¿se ha muerto? —preguntó Guerra.

—Sí —confirmó Hambre tomándole el pulso—. Pobre, ha debido ser el estrés laboral.

—¡Halloween bendito! ¿Qué vamos a hacer ahora?

Peste exhibió una sonrisita indecente.

—Pero ¿es que no os dais cuenta? —los otros dos, mudos, la miraron sin comprender—. Imaginaos un mundo lleno de guerras, hambre y peste… ¡en el que nadie se pueda morir!

Guerra y Hambre esbozan una maliciosa sonrisa, comprendiendo la paradoja.

—¡Qué maravilla!

—¡Se van a cagar!

—Venga, chicos, que tenemos mucho trabajo.

Los tres abandonaron el camarote precipitadamente dejando a Muerte muerto en la silla.

Mientras en el centro del océano el buque fantasma del Holandés Errante se hundía lentamente en el mar de plásticos, en la solitaria playa cabalgaban al borde de la orilla tierra adentro, dispuestos a destruir el mundo, tres fantasmagóricos jinetes sobre otros tantos caballos: uno blanco, otro bermejo y otro bayo. Si los ves, huye. ¡Vienen a por ti!

QUEVEDO

Hace ya unos cuantos años cayó en mis manos una edición facsímil del libro «Vida de don Francisco de Quevedo y Villegas, Caballero de la Orden de Santiago, Secretario de Su Majestad, y Señor de la Villa de la Torre de Juan Abad» escrito por el abad don Pablo Antonio de Tarsia en el año 1663, solo veintidós años después del fallecimiento del poeta.

Portada del libro de Tarsia

Se me antojó entonces que Quevedo era nuestro Cyrano de Bergerac, por época, temple, valor, gallardía, humor e ingenio. Aunque por genio —especialmente, literario— nuestro Quevedo es muy superior al personaje real que inmortalizaría en el teatro francés, dos siglos después de su muerte, el dramaturgo Edmond Rostand. Ambos, capaces del mayor romanticismo, pero a la vez diestros espadachines, pendencieros e intrigantes, y aguerridos aventureros. Y feos, muy feos los dos.

Primeros apuntes para el personaje de Quevedo

Con el tiempo he pensado que la mejor forma de llevar al cine la vida de Quevedo es realizando una película de animación tradicional, al más puro estilo Hayao Miyazaki, destinada a un público juvenil y familiar, para dar a conocer esa irrepetible época del Siglo de Oro español a las nuevas generaciones y exportar nuestra cultura al mundo entero, a través de una comedia romántica de aventuras cargada de humor e ironía. Así, leyendo a sus biógrafos Blecua, Astrana Martín o Jauralde Pou, y al propio Quevedo, pergeñé el siguiente esbozo de sinopsis provisional:

«Una tarde de Jueves Santo, a la puerta de la iglesia de san Martín, por defender a una dama de los acosos de don Luis Pacheco de Narváez, maestro de esgrima del rey, don Francisco de Quevedo, personaje ya reconocido en la corte, se bate en duelo con él. Perseguido por los soldados amigos de este, Quevedo pone tierra y mar de por medio y huye a Italia buscando la protección de su incondicional amigo el duque de Osuna que le nombra embajador en Roma .

Gracias a sus intrigas diplomáticas —y a los generosos “donativos” de su protector— Quevedo obtiene el virreinato de Nápoles para el de Osuna en detrimento del anterior virrey, el duque de Lemos, protector de su mayor rival literario don Luis de Góngora. Decididos a expandir la hegemonía española en el Mediterráneo, el duque de Osuna prepara también en secreto con Quevedo, único hombre de su confianza, la anexión de la República Serenísima de Venecia, alegando que da cobijo a los piratas turcos, enemigos naturales del comercio español en aquellos mares. Quevedo aprovechará su estancia en Roma ejerciendo también de espía para intrigar y tratar de convencer al Santo Padre de la necesidad de frenar el avance de los turcos y ganarlo así para la causa del nuevo virrey de Nápoles.

Bosquejos de expresiones para el personaje de Quevedo

Pero el destino quiere que en Roma Quevedo se reencuentra con la mujer a la que defendió a la puerta de la iglesia de San Martín, doña Luisa de la Cerda, joven prometida del duque de Medinacelli y cuñada del de Osuna, de la que se enamorará en secreto apasionadamente. Sin embargo, avergonzado por su fealdad, no es capaz de manifestar su deseo. Por el contrario, dedicará las noches a componer los sonetos amorosos más bellos jamás escritos en lengua castellana dedicados a una imaginaria Lisi (doña Luisa). En vísperas de la boda de Lisi con el duque de Medinacelli, Quevedo —que, por no sufrir, no desea estar presente en las nupcias de su secreta enamorada— es enviado por el duque de Osuna a España con la difícil misión de sobornar a varios nobles, incluido al primer ministro Lerma, en busca de apoyos en el Consejo de Castilla que aprueben la invasión de Venecia, mientras el de Osuna se afana en Nápoles armando la flota más vasta jamás conocida desde Lepanto. Quevedo intriga en la corte comprando el voto de los nobles pero se encuentra con la fuerte oposición de don Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, que ocupa el cargo de gentilhombre al servicio del príncipe heredero. 

Al mismo tiempo, Quevedo se entera de la crisis personal y económica que está viviendo su admirado y ya viejo Lope de Vega, cuya agitada vida le ha sumido en la mayor de las ruinas. Quevedo reta a todos los poetas españoles a unas Justas Poéticas, destinadas a recaudar fondos para el dramaturgo, que se celebrarán en la plaza Mayor con la presencia del rey. Francisco se va batiendo en verso improvisado contra todos los poetas que se presentan al concurso y es el público el que va dictaminando con sus aplausos quién se queda y quién resulta eliminado. Poco a poco, Quevedo, con su verso ágil, fresco y jocoso, va ganando posiciones y eliminando a sus oponentes. Por fin, tan sólo quedan, mano a mano, él y Góngora. El duelo poético se recrudece, el público celebra atento las genialidades de ambos vates, pero será al final don Francisco el elegido, por aclamación, vencedor de las Justas ante el fervor de la corte y del propio Felipe III. Góngora sale derrotado y don Luis Pacheco, amigo personal del poeta cordobés, que sospecha de la secreta misión de Quevedo en España, mantiene con él un cruce de espadas detenido a tiempo por la Justicia.

Como represalia, Quevedo se gasta parte del dinero de Osuna, destinado a sobornos y prebendas, en comprar  la casa donde malvive realquilado Góngora para, acto seguido, desahuciarlo y ponerlo de patitas en la calle consumando así una cruel venganza personal.

Apuntes para Quevedo, Lisi y Góngora

Quevedo regresa a Nápoles sin poder cumplir la misión y, junto a Osuna, conspiran para organizar un complot provocando un altercado en Venecia que justifique su invasión sin previo aviso al rey y su gobierno. En Roma, apoyado por su amiga (y secreta enamorada) Lisi, Quevedo idea un plan y parte para Venecia de incógnito con la espinosa tarea de provocar el incidente y organizar la llamada «conjura de Venecia» contratando a dos piratas turcos con la misión de dinamitar el palacio del príncipe. Pero Quevedo y Lisi son traicionados y la conjura es descubierta: los piratas son apresados y, para salvar su vida, don Francisco huye de la ciudad disfrazado de mendigo mientras se inicia una revuelta popular en contra de la monarquía española. En Francia, Richelieu ve en la conspiración una provocación directa y se alía con los protestantes del norte. Francia declara la guerra a España. Será el comienzo de la guerra de los Treinta Años.

Quevedo espadachín y aventurero

Muerto Felipe III, le sucede en el trono Felipe IV con dieciséis años y el conde-duque de Olivares es nombrado Primer Ministro, hecho que precipita la caída del duque de Osuna, que es llamado a la corte, a la que acude con todo su séquito, incluido el duque de Medinacelli y Luisa, su esposa. Quevedo les acompaña. Olivares iniciará una investigación para esclarecer la conjura de Venecia. Quevedo, descubre que el traidor ha sido Pacheco de Narváez quien chantajea a doña Luisa amenazándola con testificar para acusarla de complicidad en la conspiración. Para proteger a su amada Lisi, Quevedo acabará inculpándose de todo y sufriendo prisión en san Marcos de León donde Lisi lo visitará a menudo. Y donde Francisco la amará hasta el final. «Polvo serán, más polvo enamorado”.»

«Polvo serán, más polvo enamorado»
Idea para largometraje de animación 2D

FESTIVAL DE MÁLAGA

MEMORIAS DE UN HOMBRE EN PIJAMA, dirigida por Carlos Fernández de Vigo, basada en la novela gráfica de Paco Roca, con guion de Paco Roca, Diana López Varela y yo mismo, ha sido seleccionada por el Festival de Málaga para participar en su 21º edición. Es la primera película de animación que se ha presentado a concurso en Sección Oficial. a concurso ¡Nos vemos en Málaga!

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA DE GUION Y CINE

Después de haber publicado en este blog el taller de guion online «La escalera de papel» a lo largo de las 20 semanas precedentes, muchos lectores me ha pedido una relación de libros sobre escritura de guion.

Mi formación ha sido totalmente autodidacta por lo que desde siempre he sido un ávido lector de este tipo de manuales.

Os dejo aquí como colofón una bibliografía básica dividida en apartados, indicando con la nota IMPRESCINDIBLE los libros, a mi juicio, más recomendables, con los que más he aprendido y/o con los que más me he divertido y disfrutado.

GUION DE CINE:

Ayala, FranciscoEl escritor y el cine. Ediciones Cátedra.

Blacker, Irwin R. Guía del escritor de cine y televisión. EUNSA, Pamplona, 1993.

Brady, John. El oficio de guionista. GEDISA, 1995. Entrevistas Con Paddy Chayefsky, Ernest Lehman, William Goldman y Neil Simon (IMPRESCINDIBLE).

Brenes, Carmen Sofía. ¿De qué tratan realmente las películas? Claves prácticas para analizar y escribir guiones de cine y televisión. Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid, 2001,

Carrière, J. C.; Bonitzer, P. Práctica del guion cinematográfico.  Paidós, 1991.

Chion, M. Cómo se escribe un guion. Madrid: Cátedra, 1992.

Diamante, Julio. De la idea al film. Cátedra, Madrid, 2010

Doc Comparato. De la creación al guion. Ed. Publicaciones Instituto Oficial de Radio y Televisión (IMPRESCINDIBLE).

Field, Syd. Prácticas con cuatro guiones. Plot, Barcelona, 1997.

Field, Syd. El libro del guion. Plot. Barcelona, 1994. (IMPRESCINDIBLE).

Goldman, William. Las aventuras de un guionista en Hollywood. Plot, Barcelona, 1992 (IMPRESCINDIBLE).

León de Aranoa, FernandoContra la hipermetropía. Debate, Madrid, 2010

McKee, RobertEl guion (sustancia, estructura, estilo y principios de la escritura de guiones). Alba Editorial, Barcelona, 2002 (IMPRESCINDIBLE).

Onaindia, Mario.  El Guion Clásico De Hollywood. Ed. Paidós, 1996.

Oubiña, David. El Guion Cinematográfico. Paidós, 1997.

Riamabau, Esteve; Torreiro, Casimiro. Guionistas en el cine español. Ed. Cátedra – Filmoteca Española.

Roche, Anne; Taranger, Marie-Claude. Taller de guion cinematográfico. Abada Editores, Madrid, 2006.

Sánchez Escalonilla, AntonioEstrategias del guion cinematográfico. Ariel, Barcelona, 2001.

Selinger, Valeria C. Los secretos del guion cinematográfico. Grafein, Barcelona, 1999.

Seger, Linda. Cómo convertir un buen guion en un guion excelente. Rialp. Madrid, 1991 (IMPRESCINDIBLE).

Seger, Linda. El arte de la adaptación.  Rialp, 1993.

Vanoye, Francis. Guiones Modelo Y Modelos De Guion: Argumentos clásicos y modernos en el cine. Ed. Paidós Ibérica.

Vale, EugeneTécnicas del guion para cine y televisión. Gedisa, Barcelona, 1985 (IMPRESCINDIBLE).

Vilches, Lorenzo (comp.) Taller de escritura para cine. Gedisa, Barcelona, 1998.

GUION DE TELEVISIÓN:

DiMaggio, MadelineEscribir para televisión. Cómo elaborar guiones y promocionarlos en las cadenas públicas y privadas. Paidós, Barcelona, 1992 (IMPRESCINDIBLE).

Vilches, Lorenzo (comp.) Taller de escritura para televisión. Gedisa, Barcelona, 1999.

GUION DOCUMENTAL:

Feldman, Simon. Guion argumental, guion documental. Barcelona: Gedisa, 1990 (IMPRESCINDIBLE).

León, BienvenidoEl documental de divulgación científica. Paidós, Barcelona, 1999.

Maqua, Javier. El docudrama, fronteras de la ficción. Madrid: Cátedra, 1992.

ESCRITURA CREATIVA:

Alonso de los Santos, José Luis. La escritura dramática. Castalia, Madrid, 1998 (IMPRESCINDIBLE).

Imízcoz, TeresaManual para cuentistas. El arte y el oficio de contar historias. Península, 1999.

NARRATIVA:

Artaud, Antonin. El cine. Alianza Editorial, Madrid, 1982

Aumont, J. y otros. Estética del cine. Espacio fílmico, montaje, narración, lenguaje. Paidós, 1983.

Bal, Mieke. Teoría de la narrativa. Cátedra, Madrid, 1985.

Ballo, Jordi; Pérez, XavierLa semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine. Anagrama, Barcelona, 1997.

Bettetini, Gianfranco. La conversación audiovisual. Problemas de la enunciación fílmica y televisiva. Cátedra, Madrid, 1986.

Bordwell, DavidLa narración en el film de ficción. Barcelona: Paidós, 1995.

Brenes, Carmen Sofía. Fundamentos del guion audiovisual. EUNSA, Pamplona, 1987.

Carmona, RamónCómo se comenta un texto fílmico. Cátedra. 1996.

Chatman, SeymourHistoria y discurso. La estructura narrativa en la novela y en el cine. Madrid: Taurus, 1990 (IMPRESCINDIBLE).

Cortazar, JulioClases de Literatura. Alfaguara, Madrid, 2013 (IMPRESCINDIBLE).

Cremades, Raúl; Esteban, ÁngelCuando llegan las musas. Cómo trabajan los grandes maestros de la literatura. Espasa, Madrid, 2002.

Frenzel, Elizabeth. Diccionario de argumentos de la literatura universal. Madrid: Gredos, 1976.

Frenzel, Elizabeth. Diccionario de motivos de la literatura universal. Madrid: Gredos, 1980.

García Jiménez, JesúsNarrativa audiovisual. Cátedra, Madrid, 1993.

García-Noblejas, Juan José. Poética del texto audiovisual. Introducción al discurso narrativo de la imagen. EUNSA, Pamplona, 1982.

García-Noblejas, Juan José. Comunicación y mundos posibles. EUNSA, Pamplona, 1996.

Imízcoz, TeresaQuién cuenta la historia. Estudios sobre el narrador en los relatos de ficción y no ficción. Eunate, Pamplona, 1999.

Kermode, FrankEl sentido de un final. Estudios sobre la teoría de la ficción. Gedisa, Barcelona, 1983.

Peña ArdidCarmenLiteratura y cine. Cátedra, 1999.

Porter, Miquel; González, Palmira. Las claves del cine. Arin, Barcelona, 1988.

Propp, Vladimir. Morfología del cuento (trad. de F. Díez del Corral), Akal, Madrid, 1985.

Tobias, Ronald B. El guion y la trama. Fundamentos de la escritura dramática audiovisual. EIUNSA, Pamplona, 1999.

Vargas Llosa, MarioCartas a un joven novelista. Alfaguara, Madrid, 2011 (IMPRESCINDIBLE).

Vilches, LorenzoLa lectura de la imagen. Paidós Comunicación, Barcelona, 1990.

Vogler, Christopher. El viaje del escritor. Ma Non Tropo, Barcelona, 2002 (IMPRESCINDIBLE).

He reservado para el final un apartado en el que incluyo varios libros que no son propiamente textos sobre guion, ni siquiera sobre escritura, son simplemente vivencias de grandes maestros con las que sin duda aprenderéis un montón de cosas, al tiempo que disfrutaréis un buen rato leyendo sus enormes genialidades y recursos creativos. Todos ellos IMPRESCINDIBLES en vuestra biblioteca.

MISCELÁNEA:

Bogdanovich, Peter. John Ford. Ed. Fundamentos, 1991.

Buñuel, LuisMi ultimo suspiro. Ed Plaza & Janes.

Chabrol, Claude. Cómo se hace una película (con la colaboración de François Guérif), Alianza editorial, Madrid, 2004.

Crowe, CameronConversaciones con Billy Wilder. Alianza Editorial, Madrid, 2002.

De Bono, EdwardSeis sombreros para pensar. Granica, Barcelona, 1999.

Fellini, FedericoHacer una película (traducción Josep Torrell). Paidós, Barcelona, 2000.

Fernán-Gómez, FernandoDesde la última fila. Espasa Calpe, 1995.

Franco, Jess. Bienvenido Míster Cagada (Memorias caóticas de Luis García Berlanga). Aguilar, Madrid, 2005.

Lumet, SidneyAsí se hacen las películas. Ed. Rialp, 1999.

Mackendrick, Alexander. On Film-Making. Faber and Faber, New York, 2004.

Tarlovski, Andrei. Esculpir en el tiempo. Rialp, Madrid, 2005.

Truffaut, FrancoisEl cine según Hitchcock. Alianza, Madrid, 1991.

Buena lectura… Y escritura. ¡Sed felices!